Europa vuelve al radar de los grandes capitales
Llevábamos años mirando a EE. UU., a sus tecnológicas, a sus índices imparables. Pero en 2025 algo ha cambiado. Europa ha vuelto a interesar. Y mucho. Los datos lo dicen claro: solo entre enero y marzo, los inversores americanos han metido más de 10.000 millones de dólares en fondos europeos. Eso es siete veces más que el año pasado por estas fechas. Y no es flor de un día.

Mayo ha confirmado la tendencia. Los ETFs UCITS han captado 27.000 millones de euros, de los cuales 18.700 millones se han ido a renta variable europea. No hablamos de curiosidad puntual, hablamos de una apuesta seria. El dinero está entrando con fuerza y lo está haciendo en sectores que hace solo un año estaban fuera del foco: industria, defensa, banca. Ya no se trata solo del lujo o las grandes exportadoras alemanas. Ahora se amplía el campo.
Lo más interesante no es solo el volumen. Es que Europa empieza a gustar porque parece más estable que EE. UU. Y eso, en tiempos de deuda disparada y elecciones tensas al otro lado del Atlántico, se nota. Aquí, sin hacer demasiado ruido, las empresas han seguido generando beneficios, el BCE va bajando tipos y los planes de inversión pública —infraestructuras, defensa, digitalización— están en marcha. Todo eso va calando.
Lo que hay detrás de este movimiento
Que Europa recupere protagonismo no es casual. Hay varios factores que lo están empujando. Uno de ellos es el precio: las acciones europeas estaban baratas. Muy baratas si las comparabas con las americanas. Pero ya no tanto. Este año el Euro Stoxx 50 ha subido más de un 20 % y el CAC 40 francés ha batido récords históricos. Se acabó la ganga, pero sigue habiendo recorrido.
Otro motor es el cambio de política económica. En Alemania, en Francia, en España… se están poniendo en marcha planes masivos de gasto e inversión. Solo el llamado “ReArmar Europa” movilizará más de 800.000 millones de euros hasta 2030. Eso significa contratos, obra pública, renovación energética y digital. Y por tanto, oportunidades para empresas cotizadas que se benefician de todo ese movimiento.
Además, el flujo de dinero también tiene que ver con lo que pasa fuera. Muchos inversores están reduciendo su exposición a EE. UU. No porque ya no confíen en su mercado, sino porque la situación política y fiscal allí se complica. En cambio, Europa ofrece ahora un perfil más equilibrado: crecimiento moderado, inflación contenida y una política monetaria algo más previsible.
Y en paralelo, algunos sectores están viviendo una especie de renacimiento. La defensa ha pasado de ser marginal a central. Lo mismo ocurre con la banca, que ha dejado atrás la sombra de los tipos negativos y vuelve a ser rentable. Eso ha hecho que los fondos temáticos europeos centrados en estos sectores estén atrayendo cada vez más dinero. Porque el capital no se mueve solo por países, también por historias de valor.
Hay quien piensa que esto es pasajero. Que Europa sube porque EE. UU. se ha frenado. Puede ser. Pero también puede que estemos ante un nuevo ciclo donde el viejo continente recupere algo de peso perdido. Y si eso ocurre, quienes hayan entrado pronto, aunque sea con una parte de su cartera, saldrán beneficiados.
No hace falta lanzarse de cabeza. Pero sí vale la pena replantearse si en tu cartera hay sitio para Europa. Hay fondos indexados, ETFs, activos temáticos… y muchos gestores están empezando a sobreponderar esta zona. Algo querrá decir.